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68 voces, lenguas indígenas con mucho corazón

“Todo comenzó hace algo más de ocho años, cuando murió mi abuelo”, rememora Gabriela Badillo, creadora de “68 voces, 68 corazones”, un proyecto sin fines de lucro que intenta retratar las 68 agrupaciones lingüísticas indígenas de México en animaciones de cuentos y relatos tradicionales. Uno por cada lengua. 

Cuando muere una lengua se cierra a todos los pueblos del mundo una ventana, una puerta… Cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece, dice el poema de Miguel León Portilla, el historiador, filósofo y antropólogo mexicano estudioso de las culturas indígenas de su país. “68 voces, 68 corazones” quiere mantener abiertas esas puertas.

“Todo comenzó hace algo más de ocho años, cuando murió mi abuelo”, rememora Gabriela Badillo.

Luego, Gabriela escuchó el poema de Miguel León Portilla… Entonces supo que quería difundir las voces de los pueblos indígenas.

Fue así como nació “68 voces, 68 corazones”, una serie animada de relatos de pueblos indígenas de México narrados en sus propios idiomas.

“68 voces, 68 corazones” es un proyecto sin fines de lucro que intenta retratar las 68 agrupaciones lingüísticas indígenas de México en animaciones de cuentos y relatos tradicionales. Uno por cada lengua.

“Mi abuelo era de Yucatán, de una comunidad llamada Maxcanú, cerca de Mérida, tenía ascendencia maya y a su generación ya no permeó tanto la lengua. A sus hijos y a nosotros, los nietos, no llegó ya nada. Tampoco hubo el interés por intuirla o transmitirla y fue hasta hace ocho años, que él falleció, cuando hice conciencia de ello. Fui consciente de lo que se había ido con él:  todas sus historias, tradiciones, sabiduría, chistes, todo lo que se va con esta forma de ver la vida y que, por una falta de interés en su momento, o por falta de conocimiento, no se continuó. Por eso, el proyecto se basa en la premisa: ‘nadie puede amar lo que no conoce’”, explica Gabriela Badillo, creadora y directora del proyecto.

A esta joven diseñadora siempre le ha gustado dedicarse a iniciativas de responsabilidad social, por lo que, junto con el equipo que produce “68 voces, 68 corazones”, busca que la serie de cuentos animados sea una chispa que dé a conocer la riqueza cultural étnica-lingüística, la gran diversidad que tiene México, y con ello, “ayudar a fomentar el respeto, el orgullo de ser parte de una comunidad, el uso de las lenguas”.

Cuando Gabriela acabó sus estudios, hizo su servicio social en Yucatán y vivió la triste experiencia de ver cómo las madres no querían que sus hijos hablaran en maya para que no sufrieran la misma discriminación que ellas.