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Tres prioridades para salvar el planeta: consumo, biodiversidad y cambio climático

Los recursos extraídos de la tierra alcanzaron 90.000 millones de toneladas métricas

Acabar con el actual consumismo insostenible, recuperar la biodiversidad que estamos perdiendo a pasos agigantados y afrontar de una vez el cambio climático son las tres prioridades que la Vicesecretaria General de la ONU considera imprescindibles para salvar nuestro planeta, del que advirtió se encuentra en un punto de inflexión sin precedentes.

Amina Mohamed, que intervino en la Cumbre One Planet y en la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre el Medio Ambiente, donde se encontraban distintos jefes de Estado y de Gobierno, expuso la gravedad de la situación que afronta La Tierra debido a las actividades del ser humano.

Recordó, por ejemplo, que 2018, el cuarto año más cálido registrado, fue uno en el que se batieron lamentables marcas: “Ni una sola región del mundo se salvó de los efectos de la alteración del clima, desde los super tifones en Filipinas y el sur de China hasta las sequías extremas en Argentina y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica”.

“Estamos ante un punto de inflexión para nuestro planeta”, declaró antes de indicar que el foco de la Asamblea General sobre el Medio Ambiente se centra en buscar soluciones innovadoras para los tres retos ambientales más acuciantes: el consumo insostenible, la pérdida de biodiversidad y el impacto del cambio climático.

En 2017, los recursos extraídos de la tierra alcanzaron 90.000 millones de toneladas métricas y menos del 10 por ciento de esos recursos fueron reciclados nuevamente a la economía. Además, millones de toneladas de plástico fluyen hacia nuestros océanos, con consecuencias devastadoras para la vida marina.

“Todos los días vivimos con las deficiencias de un modelo económico lineal basado en ‘Tomar, hacer y disponer’”, explicó que la número dos de las Naciones Unidas, quien señaló que todas esas deficiencias se plasman “en la forma en que producimos, usamos y descartamos los teléfonos móviles”.

Estos teléfonos que todos usamos se construyen normalmente con al menos 60 metales diferentes, desde el grafito hasta el silicio y el oro. La extracción de muchos de estos metales es extremadamente dañina para el medio ambiente y para las personas y comunidades involucradas en la extracción.

Mientras tanto, en el otro extremo de la cadena de producción y consumo, cada año se generan alrededor de 45 millones de toneladas de desechos electrónicos, por un valor aproximado de 55.000 millones de dólares. Y esta cifra está creciendo, mientras se recicla o reutiliza menos del 20% de esa basura.

Los niveles crecientes de desechos electrónicos desechados representan riesgos para la salud humana, el cambio climático y el desarrollo: filtran las toxinas en los suelos y las capas acuáticas, afectan la calidad del agua que bebemos y emiten metano, que contribuye al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Frente a esos retos, Mohamed indicó que existen distintos ejemplos de medidas que reducen la sobreexplotación de recursos naturales o eliminan la contaminación, como por ejemplo la decisión de la cadena de hoteles Hilton de reducir en un 50% el consumo y desperdicio de agua o la de Costa Rica y la India de prohibir los plásticos de un solo uso.

“Nuestra solución para salir de estos ciclos insostenibles de consumo y producción es clara: debemos cambiar nuestra percepción de que el progreso económico requiere un agotamiento de los recursos naturales. Debemos centrarnos en crear productos con pocos componentes y productos que duren, en lugar de lanzarlos después de un solo uso.

Debemos asegurarnos de que cada producto roto, desechado o agotado se pueda reciclar o reutilizar, en lugar de terminar en un vertedero o en un lado de una carretera. Y debemos apoyar el recrecimiento de todos los recursos renovables, para garantizar que estén disponibles para las generaciones futuras. Debemos, en efecto, crear una economía circular”.

El impacto potencial en la salud, la economía y la sociedad de la pérdida continua de biodiversidad es tremendo. Por ejemplo, el valor económico que genera la naturaleza en las Américas se estima en aproximadamente 24,3 billones de dólares anuales.