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México aplaza las pruebas piloto de PISA y anuncia una evaluación nacional independiente

Los responsables educativos aseguran que no se han desvinculado del examen internacional pero que no hay condiciones sanitarias para ponerlo en marcha todavía.

México no se ha desvinculado del sistema PISA, la evaluación a los alumnos de 15 años que compara el desempeño educativo de los países de la OCDE, tan solo ha aplazado el examen piloto programado para este año, porque considera que las condiciones sanitarias debidas a la covid no son las adecuadas para llevarlo a cabo. Esa prueba piloto se efectuará “en algún otro periodo del año o mediante otro mecanismo que subsane la aportación de México en esta etapa”, según un comunicado emitido por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, Mejoredu. Las pruebas reales ya las aplazó la OCDE para 2022 por la crisis sanitaria.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha asegurado también este lunes que México no se iba de PISA, tras hacerse público un comunicado en el que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico mostrara su preocupación por la falta de noticias al respecto. México no sale bien parado en estos exámenes que evalúan sobre capacidad lectora, matemáticas y ciencias. Normalmente queda muy por debajo del promedio del resto de países, incluidos los latinoamericanos. Y la situación que ha dejado la pandemia, con miles de alumnos sin posibilidad de seguir las clases por internet y otros tantos desertando del sistema educativo no vaticinan mejores resultados en esta ocasión.

Mejoredu reconoce que la situación originada por la crisis pandémica para los alumnos de 15 años de edad “han sido las más difíciles”, por lo que consideran “inapropiado” realizar esa prueba piloto, que “aumentaría la presión que para ellos ha significado enfrentar la contingencia y continuar con sus actividades escolares”. En paralelo, la Mejoredu anuncia “una estrategia de evaluación para la mejora de los aprendizajes independiente de PISA”.

En la actualidad, “los protocolos de aplicación de la prueba PISA no son viables ni pertinentes debido al riesgo sanitario que implican y la posibilidad de generar sesgos que podrían restarle validez y confiabilidad”, dice el comunicado de Mejoredu. Aunque en la anterior ocasión, 2018, estas pruebas se hicieron en línea en México.

No hay Gobierno, conservador o progresista, salvo los que alcanzan buenas calificaciones en este examen, para el que los resultados que publica PISA no supongan un dolor de cabeza. Incluso en países como Finlandia, tradicionalmente arriba de la tabla, las fuerzas de izquierda y de derecha interpretan los resultados arrimando el ascua al modelo educativo que defienden. Explicaciones para todos los gustos. Salirse del sistema PISA inevitablemente acarrea críticas al Gobierno de turno, porque se entiende que no quiere afrontar una mala calificación internacional, pero son muchas las voces autorizadas que se vienen alzando en los últimos años contra este sistema. En 2014, decenas de académicos de todo el mundo escribieron una carta a Andreas Schleicher, el director de esta evaluación, en la que expresaban su preocupación por el impacto que tienen estas pruebas y pedían que se detuviera la siguiente ronda, cosa que no sucedió.

Una de las críticas que suele hacerse a este modelo de evaluación es su dificultad para examinar con los mismos criterios a estudiantes de sistemas muy dispares. No es lo mismo, dicen los expertos, extraer una calificación media en países con una formación homogénea que en otros donde las diferencias entre unos alumnos y otros son casi insalvables. México estaría entre estos últimos debido a los distintos métodos educativos que conviven en el país para una misma edad, así como a las profundas desigualdades entre territorios, por no hablar de la diferencia lingüística entre ellos.

“No entiendo a qué viene tanta preocupación por estar o no en esas pruebas PISA, cuando este año de pandemia ha puesto de manifiesto que hay elementos más sensibles que tratar en la educación de este país: niños que ni siquiera han tenido clases, maestros tratando de salvar esa situación, las deserciones escolares. Está fuera de lugar preocuparse por un instrumento así cuando llevamos un año evidenciando grandes desigualdades”, dice la maestra Catalina Inclán, del instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM. Inclán siempre ha sido muy crítica con el sistema PISA porque considera que no es un modelo útil para medir lo que pretende. “Por ejemplo, PISA habla del pensamiento crítico que debe alcanzar el alumnado, pero no hay un solo ítem que evalúe eso. Habla de la capa de ozono, del cambio climático, de los residuos urbanos, pero no cuestiona por qué las cosas han llegado a este punto ni quienes son los responsables. Eso sería pensamiento crítico, pero PISA es higiénica políticamente, no podemos esperar más de ese examen”, sostiene.

Otra de las críticas frecuentes hacia el sistema se basan en la modificación de sus cuestionarios, lo que impide, dicen quienes así piensan, que se comparen resultados de unos años a otros, así como el que se ignoren las condiciones culturales de cada país. ¿Por qué los alumnos de un lado y otro del mundo deben aprender siguiendo los mismos modelos educativos y similares contenidos”, se preguntan algunos. Por último, la interpretación de los resultados inesperados que se derivan de esas evaluaciones no son consistentes con un buen trabajo científico, plantearon en 2019 tres profesores de la Universidad de Oviedo Norberto Blanco, Carlos Carleos Artime y Sara Álvarez Morán, en un exhaustivo trabajo para la plataforma The Conversation. No han sido las únicas críticas, ni mucho menos.

Otto Granados fue secretario de Educación en México en los últimos años de Peña Nieto, entre 2017 y 2018 y como todos tuvo que sufrir las presiones de los malos resultados de PISA. Su reflexión es templada, en consecuencia: “La verdad es que era una mala decisión salirse [del sistema internacional de evaluación] “dice en referencia a las últimas y confusas noticias sobre México. “Pero también es cierto que PISA es un medio, no un fin, y entonces la discusión se va a los extremos. Los mejores resultados, como en el caso de Portugal, dependen de la continuidad y la perseverancia de las políticas. Con PISA y sin PISA, mientras no tengamos maestros mucho mejores, seleccionados y promovidos por su capacidad y mérito, mejores contenidos curriculares, planes y programas, los resultados no cambiarán. Lo único que no sabemos en este momento es cómo va a modificar la OCDE la metodología tras la pandemia”, afirma.

Granados ofrece algunos datos significativos: “El 79% de los estudiantes de América Latina y El Caribe que participaron en la prueba PISA de 2018 tenía acceso a internet, pero solo un 61% tenía computadora y solo el 30% contaba con software educativo. Es pronto para saber cómo quedarán los indicadores cuando pase la pandemia, pero según un informe del Banco Mundial, entre los alumnos que ya estaban por debajo del rendimiento medio, el 55% incapaz de leer y comprender un relato simple podría ascender hasta un 71% debido al cierre de las escuelas”.

No, definitivamente México no estaría en las mejores condiciones para pasar con éxito estas pruebas, incluso sus resultados, medidos como los mide PISA, podrían experimentar un descenso en la clasificación. “PISA debería reconsiderar estas pruebas dadas las circunstancias que atraviesan los países. Hoy, además, no se podría montar una evaluación en línea como ocurrió en la pasada ocasión”, afirma la maestra Inclán.

FUENTE: EL PAIS.