Estudiantes de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM obtuvieron el primer lugar general del concurso nacional estadounidense Blue Sky Competition Contest, convocado por la American Society of Civil Engineers (ASCE).
El equipo, conformado por Carlos Alberto Ibarra Cantú, Jesús Alejandro Márquez Cruz, Sara Palma Martínez y Juan Carlos García Caballero, triunfó con su propuesta de una ciudad flotante construida en medio del océano, completamente sustentable.
Este logro es histórico; es la primera vez que una universidad mexicana tiene uno de los premios que se entregan en este certamen, cuyo objetivo es, entre otros, identificar ideas visionarias que aborden los desafíos de la ingeniería a largo plazo.
En la competición nacional de la Unión Americana, los jóvenes universitarios se enfrentaron a los ganadores de ocho conferencias estudiantiles de la ASCE, luego de obtener el sitio de honor en el concurso de la sección Texas-México. En esta ocasión enfrentaron a universidades como la de Míchigan, Bradley (Illinois) y Puerto Rico.
Brillaron por su talento
En el máximo evento estudiantil de la ASCE, que también reunió a alumnos de ingeniería civil de naciones como Canadá, China e India, los jóvenes de la UNAM brillaron por su talento. “Fue un gran honor que en la cena de premiación se escuchara el nombre de México”, dijeron.
Juan Carlos García relató que viajaron a Melbourne, Florida, con grandes expectativas, aunque era difícil pensar en obtener el primer lugar. “Es padrísimo que seamos la primera universidad mexicana en ganar el concurso. Nos sentimos orgullosos de representar a la Facultad y a la UNAM”.
En tanto, Carlos Alberto Ibarra explicó que las ciudades flotantes hoy son un concepto, pero la idea ya está en desarrollo.
El equipo puma presentó la propuesta mejorada de una ciudad flotante modular, construida en medio del océano y sustentable, es decir, con adecuados usos de energía, producción de alimentos, purificación de agua y sistemas de reciclaje.
Los universitarios redactaron un escrito donde expusieron soluciones y alternativas que harían posible su funcionamiento; por ejemplo, que se ancle o que los módulos –cada uno dedicado a una tarea específica, como alimentación, residuos o educación– se muevan con base en las necesidades de la población, explicó Sara Palma.
También construyeron los módulos de forma octagonal y fácil ensamblaje para optimizar el espacio, a escala de 1:2500 (1 a 2500). Fueron probados en el tanque de olas del Laboratorio de Hidráulica de la FI. “Con esa simulación teníamos idea de cómo se comporta el modelo y se pudieron responder los cuestionamientos de los jueces”, expuso Jesús Alejandro Márquez.
Conforme se desarrolló la idea, cada vez confiamos más en ella. Una vez que ganamos en Texas nos sentimos seguros, y a partir de los comentarios de los jueces en el primer concurso, y de la gente en redes sociales, implementamos mejoras”, añadió Carlos.
Eso fue positivo porque en esta ocasión la competencia fue más dura, reconoció. “Prácticamente todos los equipos llevaron modelos físicos de sus propuestas. Además, en la presentación del cartel –marketing– los jueces no sólo lo leyeron, sino que nos hicieron muchas preguntas. Eso nos dio seguridad en la presentación oral”.
Se evaluaron tres aspectos para seleccionar a los ganadores: el trabajo escrito, la presentación oral y el marketing, y en todos los universitarios recibieron felicitaciones por parte de los evaluadores y de sus contrincantes. “Enfrentar ese nivel de competencia y que los jueces te aplaudan es un gusto; uno de ellos dijo que se nota que la nuestra es una gran universidad. El espíritu de sana competencia fue muy agradable”, añadió Ibarra.
“Un juez nos dio su tarjeta y nos externó su apoyo si queremos hacer un doctorado en EU. Se siente bien que en el extranjero se valore la ingeniería mexicana. Ahora nos toca aprovechar las oportunidades que se presentan y seguir trabajando para conseguir más logros”.
Se enfrentaron grandes retos, como el idioma, la experiencia de otros equipos en el certamen nacional y el factor sorpresa, pero valió la pena. Fuimos la única universidad mexicana y llevarnos el primer lugar fue una experiencia maravillosa, añadieron Sara y Jesús.
El premio consistió en un trofeo y un estímulo económico, que se destinará para iniciar un nuevo proyecto de canoas de concreto.
Por último, agradecieron la ayuda de la División de Ingenierías Civil y Geomática de la FI, a sus patrocinadores y a los integrantes y exintegrantes del capítulo estudiantil de la ASCE en la Facultad. “Hoy nos toca cosechar el fruto de lo que se ha hecho; sin el trabajo anterior a este año, ni siquiera hubiéramos tenido la posibilidad de ir”.
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