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Obispo aclara: “No todos los migrantes son delincuentes, es un error generalizar”

Jorge Capetillo

Ante las redadas migratorias que el Gobierno de Estados Unidos ha intensificado en diversas comunidades, particularmente en California, el obispo Eugenio Lira Rugarcía, responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de la Movilidad Humana, pidió no caer en estigmatizaciones generalizadas contra las personas migrantes.

El también coordinador de la Iglesia católica a nivel nacional en el tema migratorio sostuvo que, si bien es cierto que algunos migrantes cometen delitos, la mayoría son personas trabajadoras que contribuyen positivamente a las comunidades donde residen.

“Es verdad que nadie desea la presencia de delincuentes en sus comunidades, pero no todos los migrantes son criminales. Esa distinción es clave para no cometer errores y tomar decisiones más justas”, afirmó Lira Rugarcía.
Durante su reciente visita a zonas agrícolas en California, el obispo conversó con trabajadores del campo, quienes le expresaron su temor por posibles redadas, a pesar de que muchos aún no han sido afectados directamente.

“Me dijeron que no se han metido a los campos, pero que ya han visto deportaciones exprés, especialmente de personas con antecedentes. Aun así, existe una gran incertidumbre entre quienes viven sin documentos”, explicó.

Lira recordó que el papa Francisco ha insistido en la importancia de distinguir: “Es correcto deportar a quienes representen un peligro real, pero no se puede absolutizar y decir que todos los migrantes son criminales”.

El obispo también apeló a la fe para tomar decisiones guiadas por valores cristianos y no por prejuicios. “La Palabra de Dios ha dicho: ‘no debe haber diferencias entre el extranjero y ustedes’. Las decisiones deben estar iluminadas por la verdad y la justicia, no por el miedo o la discriminación”, subrayó.


Como solución, Lira Rugarcía propuso la creación de un sistema migratorio funcional, que permita a las personas migrar de forma ordenada, legal y segura, sin tener que recurrir a vías irregulares que terminan complicando sus vidas y las de otros.
“Si existiera una forma adecuada y legal de migrar, muchos evitarían caminos peligrosos. Lo que necesitamos son políticas públicas humanas, no castigos colectivos”, concluyó.