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Hay que hacer más por los niños con discapacidades

A pesar de que se cumplen 30 años de la Convención sobre los Derechos del Niño, a los pequeños con discapacidades se les continúa violando sus derechos humanos con frecuencia y facilidad.

La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos pide que sean empoderados y que se escuchen sus voces alrededor del mundo.

Los 93 millones de niños con discapacidades que existen en el mundo tienen más probabilidades de que les violen sus derechos humanos desde el mismo momento en el que nacen, y se necesita hacer más para protegerlos, aseguró la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos este lunes en Ginebra.

Michelle Bachelet recordó de que a pesar de que han pasado 30 años desde que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, y se ha avanzado mucho, todavía millones de menores en el mundo continúan siendo privados de sus derechos fundamentales, y un número desproporcionado de ellos tienen alguna discapacidad.

Muchas veces el nacimiento de un niño con discapacidad ni siquiera es registrado, pueden ser colocados en instituciones que niegan su derecho al hogar y la familia y no apoyan su inclusión en la educación; además de que están en riesgo de violencia, abuso y negligencia.

“Es posible que no se escuchen sus voces, incluso en cuestiones cruciales como dónde viven, con quién viven y qué es lo que más les conviene. Se enfrentan a riesgos particulares en situaciones de conflicto o crisis humanitaria”, expresó Bachelet ante los Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos.

La Alta Comisionada afirmó que, ante todas esas realidades inaceptables, solo puede existir una respuesta y ésa es redoblar el compromiso para empoderar a todos los niños para que sus derechos sean ejercidos.

“El empoderamiento es tanto el medio como el producto final del respeto y la realización de los derechos humanos. Permite a los niños ser plenamente incluidos en sus familias, comunidades y sociedades. Asegura que estén protegidos de la violencia y el abuso. Fundamentalmente, garantiza que sean escuchados”, explicó.

El estigma y la discriminación, la falta de conciencia o las creencias infundadas de que los niños con discapacidades no pueden aprender son otro tipo de barreras, así como la falta de datos, que hace que sean excluidos de la educación porque no existe una medición correcta de sus necesidades.

“La educación inclusiva no se trata simplemente de ubicar a los niños con discapacidades en las escuelas ordinarias y dejar que se ajusten a los requisitos estandarizados. Se trata de adaptar los sistemas, los métodos de enseñanza y las instalaciones para garantizar que los estudiantes puedan ser incluidos y acomodados por completo”, explicó.

En el caso de las niñas, resaltó Bachelet, son desempoderadas por su discapacidad pero también por motivos de género.