Los migrantes centroamericanos que han estado varados en Matamoros desde hace ya un par de años vislumbran un diciembre oscuro, pues las condiciones de pandemia los obligan a carecer de artículos, sobre todo de los que les traían los grupos religiosos de Estados Unidos.
Y es que, además de la falta de comida, trabajo y algunos juguetes para sus hijos, los extranjeros se deben enfrentar a los cambios de clima que se presentan con brusquedad en esta ciudad y a los cuales, algunos de ellos aun no estaán acostumbrados.
Ante esto, el titular de la pastoral social de la diócesis de Matamoros, padre Francisco Gallardo López, aseguró que como cristianos católicos, los ciudadanos deben aportar un poco de apoyo para los migrantes.
«Cada migrante es un estuche de monerias, cada migrante trae su propia historia y si los conociéramos a fondo otra cosa sería, si verdaderamente los conociéramos y dialogamos con ellos, el panorama cambiaría para quienes no los quieren aquí», dijo.
El líder sacerdotal aseguró que por el momento el flujo de migrantes no se ha incrementado hacia esta ciudad fronteriza, pero esperan que en unos meses esta situación cambie, pues aquellos habitantes de la zona sur del país que fueron afectados por los huracanes, buscarán una nueva vida en las ciudades norteñas.