Los niveles de deuda pública y privada se mantienen en niveles históricamente altos
El aumento de las tensiones comerciales, las dudas respecto a las políticas monetarias, los niveles de endeudamiento y las tensiones geopolíticas amenazan las positivas perspectivas de crecimiento de la economía mundial, según las estimaciones de un estudio presentado este jueves en Nueva York.
El informe de las Naciones Unidas sobre Situación y Perspectivas de la Economía Mundial indica que el crecimiento global de la economía será del 3,2 % durante este año y el próximo, una revisión al alza del 0,2 % y el 0,1 % respectivamente.
Esta situación comportaría una mejora del crecimiento en los países desarrollados debido a la aceleración de la subida de los salarios, un escenario beneficioso para las inversiones y las consecuencias a corto plazo fruto del plan de estímulo fiscal en Estados Unidos, señala el estudio.
“Aunque el aumento moderado de los precios para los productos básicos a nivel mundial supondrá una presión al alza en la inflación de muchos países”, el informe destaca que las “presiones inflacionarias” están bajo control en casi todas las regiones desarrolladas y en desarrollo.
Por otro lado, destaca también el aumento de los desafíos, como las amenazas al sistema de comercio multilateral, el alto grado de desigualdad y el incremento de las emisiones de carbono.
El economista jefe de las Naciones Unidas, Elliot Harris, destacó que el alza de la economía global supone una buena noticia para avanzar hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero manifestó:
“Es absolutamente necesario no darse por satisfechos ante las positivas cifras de crecimiento”.
Las expectativas de crecimiento del PIB se han revisado al alza en casi el 40 % de los países desde la última actualización el pasado mes de diciembre y se prevé que este disminuya en el centro y sur de África. Las estimaciones para 2018 se revisaron a la baja en las economías en transición y los países menos desarrollados.
El estudio destaca los avances en cuanto a disminución de la desigualdad en América Latina y el Caribe durante los últimos 20 años debido a políticas relacionadas con el salario mínimo, la educación y las transferencias de con fondos públicos.
El dato positivo para la economía mundial también se reflejará en América Latina y el Caribe con un crecimiento estimado del 2,1 % durante el 2018 y del 2,5 % en 2019, con la excepción de Venezuela que entró en su quinto año de recesión.
El repunte del crecimiento se verá impulsado por el fortalecimiento de la demanda del sector privado, especialmente en los países exportadores de materias primas de América del Sur.
El consumo privado y la inversión contarán con el apoyo de modestas presiones inflacionistas, tipos de interés bajos y, en algunos casos, una mayor confianza.
El mercado laboral sigue mejorando ya que muchos países redujeron su tasa de desempleo durante el último año y apunta una recuperación en el sector de las manufacturas.
Pese a la proyección positiva de la economía en la región durante los dos próximos años, esta dista de alcanzar el 3,2 % logrado durante el periodo 1991-2012.
Asimismo, la débil recuperación de las inversiones y la productividad durante los últimos años produjeron una disminución en el crecimiento que podría obstaculizar el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El estudio destaca que una escalada en las tensiones comerciales globales afectarías negativamente a los exportadores de productos básicos de América del Sur y los países de América Central y el Caribe con estrechos vínculos con los Estados Unidos.
Además, la dilatada incertidumbre sobre las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte podría debilitar las perspectivas para la economía de México.
Los niveles de deuda en América Latina también aumentaron de manera notable, pasando, por ejemplo, en Brasil del 125 al 145 % y en México del 56 al 77 %. En muchas de estas economías, una parte significativa del aumento de la deuda se orientó hacia activos inmobiliarios y financieros en lugar de hacia el capital productivo.
Los niveles de deuda pública y privada se mantienen en niveles históricamente altos en muchas economías desarrolladas, y tanto el déficit de los hogares como de las empresas es mayor que antes de la crisis financiera mundial.
En las economías emergentes, la proporción entre la deuda y el PIB ha aumentado del 139 % en 2010 a casi el 200 % en 2017. La deuda del sector no financiero en China aumentó del 180 a más del 250 % del PIB.
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