fbpx

La lengua de los incas conquista el espacio académico

El quechua es una lengua hablada en siete países por más de 10 millones de personas. Sin embargo, a lo largo de la historia se ha minimizado su riqueza y se le había relegado en los ámbitos universitarios y académicos al considerarlo un idioma ágrafo, o incluso folclórico. Afortunadamente, esta situación ha dado un giro a partir de la presentación de la primera tesis doctoral en quechua, sustentada por una cusqueña de las comunidades runas de Perú, el país donde vive casi el 40% de los hablantes de esa lengua.

En octubre pasado, una noticia causó revuelo en los medios de comunicación de Perú y se extendió al resto del mundo: el idioma de los incas había llegado a la más alta esfera académica.

Roxana Quispe Collantes, estudiosa del quechua, presentó su tesis doctoral y la defendió en esa lengua indígena.

Su plan no era doctorarse precisamente en el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, «pero felizmente la fecha coincidió», dice Roxana en una conversación con Noticias ONU en la que habló de su idioma materno y de su sueño de defenderlo en todos los ámbitos, un sueño que va concretando paso a paso.

“Mi sueño era que la lengua originaria quechua entrara a la academia, a las investigaciones científicas porque es mi identidad y se puede demostrar que no es menos que otras lenguas. Ninguna lengua es menos que otra, todas son importantísimas”, afirma.

El quechua es la lengua materna de Roxana, quien nació en el departamento peruano del Cusco.

“Soy cusqueña de la provincia de Acomayo, al sur de Cusco. Acomayo es un valle, yo nací en Acomayo pero me fui a vivir con mis papás a una comunidad campesina, Ch’osecani, que es el pueblo de mi papá. Allí fue donde aprendí,mi lengua materna es el quechua, allí crecí hasta los cinco años, luego ya más mayorcita pude salir a la ciudad de Cusco para continuar los estudios, hice la universidad en el Cusco y después fui a Lima para continuar los estudios de posgrado.”

Desafío a la academia

Desde niña, Roxana aprendió a valorar su lengua y tuvo la inquietud de que todos reconocieran su riqueza e importancia, por eso se impuso el desafío de presentar a la academia un trabajo escrito y defendido en quechua.

Pero la tarea no fue fácil. Implicó reunir el coraje, trabajar arduamente, sortear obstáculos y derrumbar prejuicios desalentadores, lo que le llevó mucho tiempo. Roxana empezó por convencerse a sí misma.

“Mi sueño era siempre poder realizar esta investigación porque como cusqueña y persona que tiene el acceso a la lengua, a los códigos que ésta implica, siempre he querido desarrollar esta investigación pero antes no se ha dado porque era un poco más inexperta. Poco a poco me he ido convenciendo a mí misma de que tenía que hacerlo sí o sí y es por eso por lo que ya en el doctorado mi decisión quedó”, recuerda.

Con más de 10 millones de hablantes, el quechua es una lengua viva en siete países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú.

Según datos del censo de 2017 del Instituto Nacional de Estadística e Informática de Perú, sólo en ese país había casi 3,8 millones de quechua hablantes. Sin embargo, en los ámbitos académicos siempre se le había minimizado y excluido.

Roxana se refiere con tristeza al desdén con el que miran al quechua los académicos: “Siempre me han hablado   de una forma discriminatoria del quechua, no sé si en broma o en serio, dentro de la academia siempre se ha vinculado esa idea de que el quechua no tiene escritura, que es una lengua ágrafa o de que es algo folclórico simplemente o que se da sólo en la vida cotidiana de nosotros los runas [pueblos hablantes del quechua]. En cambio, yo decía: no es así, el quechua tiene el poder, la capacidad, no es menos ni más que otras lenguas y puede tener la fuerza y participar académicamente, científicamente, en cualquier tipo de investigación.”