Un derrame de hidrocarburos en Papantla, Veracruz, ha provocado serios daños ambientales y económicos que afectan a las comunidades indígenas totonacas desde hace 42 días. Las organizaciones locales demandan a Petróleos Mexicanos (Pemex) una remediación adecuada, pues consideran que las acciones tomadas han sido insuficientes.
El incidente, que ocurrió el 21 de agosto debido a un oleoducto mal mantenido, ha contaminado 12 kilómetros de un arroyo que desemboca en el Río Cazones, resultando en la muerte de fauna y la contaminación de fuentes de agua esenciales para la región. Las tierras agrícolas también han sido afectadas, haciendo imposible la producción de cultivos.
Los habitantes denuncian que las respuestas de Pemex han sido inadecuadas y peligrosas, con un equipo mínimo de trabajadores y sin las herramientas adecuadas para abordar el problema. A pesar de la situación, la empresa ha dejado el suelo contaminado junto al arroyo, lo que ha exacerbado el daño tras las recientes lluvias.
Frente a la inacción de Pemex y las autoridades, las comunidades organizan brigadas para tratar de mitigar los efectos del derrame y exigen medidas efectivas, incluyendo atención médica para los expuestos y sanciones para la empresa. Este desastre resalta las deficiencias en la gestión de Pemex y sus impactos en una región reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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