Los bosques están enraizados en la tierra y están intrínsecamente vinculados a la salud de los ecosistemas, los sistemas de agua, la agricultura y la biodiversidad. A nivel mundial, los bosques regulan el clima y nos protegen de las crisis climáticas; A nivel local, los bosques proporcionan alimentos y medios de vida para ayudar a las comunidades cercanas a construir mejores vidas.
Sin embargo, se estima que 13 millones de hectáreas de bosques se destruyen en todo el mundo cada año. En América Latina y el Caribe (ALC) se perdieron 4,7 millones de hectáreas de superficie forestal entre 2000 y 2005, lo que representa el 65% de la deforestación mundial. Adicionalmente, se estima que Colombia perdió casi 425.000 hectáreas de cobertura arbórea en 2017 y la Amazonía peruana perdió más de 143.000 hectáreas de cobertura arbórea ese mismo año.
En combinación con la expansión agrícola y otros cambios en el uso del suelo, la deforestación es responsable de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Gracias a su capacidad para absorber y almacenar carbono, los bosques son un frente de acción importante y necesario en la lucha global contra el cambio climático.
Preservar los árboles y expandir la cubierta forestal de nuestro planeta es el medio más simple y asequible de captura y almacenamiento de carbono que se conoce actualmente y, por lo tanto, una de las formas más eficientes de abordar el cambio climático.
A nivel mundial, necesitamos un impulso más fuerte para preservar los bosques.
Los incentivos económicos desalineados hacen que a menudo la deforestación sea más rentable a corto plazo que las actividades compatibles con la conservación forestal. El PNUD trabaja con socios y comunidades locales en ALC para reconocer el valor de los bosques, y comprender el costo social y ambiental de destruirlos.
En México, iniciativas que ayudan a mejorar las políticas y prácticas de la industria forestal dan forma a las inversiones gubernamentales en programas comunitarios amigables con la biodiversidad.
También se promueve la importancia de las áreas protegidas como infraestructura clave de conservación, debido a su capacidad para absorber los impactos climáticos y producir servicios ecosistémicos como el agua. Se trabaja además en la creación de nuevos corredores biológicos y en la protección de especies emblemáticas como la mariposa monarca.
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