Pide la oportunidad de trabajar
Las historias de los miles de migrantes que han pasado por Matamoros varían según la vida que llevaron en su país y la quieren dejar en el olvido. Un ejemplo de esto lleva por nombre Javier Osorio, indocumentado cubano que anhela el milagro de volver a ver a su familia en los Estados Unidos.
Javier lleva en Matamoros más de un mes y ha logrado sobrevivir gracias a la bondad del pueblo mexicano y a las organizaciones civiles americanas que les aportan alimentos y vestido, para que sobrelleven su estancia en tierras tamaulipecas.
La historia de Javier es similar a la de muchos cubanos, pero a diferencia del resto de sus compatriotas, él espera encontrar una dosis de bondad en las autoridades americanas y le asalta la esperanza de que un día las fronteras sean abiertas por un corto periodo de tiempo y que los dejen cruzar sin problema.
Chef de profesión y con un buen trabajo, Javier gozaba de un “buen salario” en su natal cuba, pero los 40 dólares que ganaba mensualmente no se comparan con el gasto que él y su familia realizan, para poder subsistir en el país del que huyó hace más de cuatro meses.
La falta de buena vida no es la única razón por la que Javier dejó atrás a su familia, a su hogar y a sus padres, sino la represión que viven de parte del gobierno que permite reacciones de parte del pueblo, que se ve superado ante tanta injusticia de la que son víctimas y aunque la delincuencia es poca, la opresión y la falta de compromisos de sus dirigentes hacia su gente los hace salir de Cuba.
El chef explica que conoce las dificultades a las que se va a enfrentar estando fuera de su tierra natal y alejado de los suyos, pero asegura que todos los esfuerzos son soportables siempre y cuando haya un buen resultado que le ayude a apoyar a sus familiares que se quedaron en tierra cubana.
La historia de Javier Osorio es una de tantas que se cuecen en tierras matamorenses; él a sus 30 años de edad sabe que la vida es amarga y que la lucha para alcanzar sus objetivos es más ardua que lidiar con las condiciones de su país; aún así… asegura que no regresa a Cuba.
Una de las preocupaciones de Javier es no poder acceder a una cita con el gobierno de Estados Unidos ya que es el número 1590 en la lista de espera, lo cual desvanece sus esperanzas cuando ve pasar por días sin la posibilidad de ser llamado pronto, o bien, de que pasen a alguna persona, pues han pasado hasta 15 días sin citas para ellos.
Mientras pernocte en Matamoros, este joven Chef seguirá sentado en el bordo del río Bravo a la espera de que su “milagro” se cristalice, y pide la oportunidad de trabajar pues su estatus migratorio no se lo permite.
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