Cada año las vacunas salvan las vidas de entre 2 y 3 millones de niños
La quinta parte de los niños de todo el mundo sigue sin recibir las vacunas básicas: contra la difteria, el tétanos, la tosferina o el sarampión.
¿Por qué? Por una infraestructura sanitaria deficiente, por conflictos civiles, por falta de concienciación de algunas comunidades… y, cada vez más, por la desinformación y la desconfianza ante las vacunas.
Por eso, se han empezado a registrar algunos brotes en países desarrollados que son muy alarmantes. Por ejemplo, en Estados Unidos el número de casos de sarampión se ha multiplicado por seis entre 2017 y 2018.
De acuerdo a UNICEF, en 2017 se suministró más de 2.400 millones de dosis vacunas para inmunizar a un 45% de los niños del mundo. Recordemos 5 mitos sobre las vacunas:
1. La vacunación es vital para los niños en cualquier lugar del mundo. No solo son necesarias en países lejanos y pobres. Las enfermedades que se pueden prevenir como el sarampión, la polio o la tos ferina son una amenaza para los niños en cualquier lugar. Aunque es menos habitual que en los países desarrollados se den contagios de enfermedades prevenibles, la amenaza existe.
2. Es una decisión personal, pero con consecuencias en toda la población. Todos formamos parte de una gran comunidad donde circulan gérmenes. Si las familias toman la decisión de no vacunar a sus hijos, sus comunidades corren un gran riesgo de enfermedades potencialmente mortales.
3. Una vacuna no es algo tóxico y antinatural. Enfermedades como la varicela, la polio y la difteria son naturales, y pueden matar. Por eso ¡tenemos que combatirlas! Las vacunas no son tóxicas, son seguras y han salvado millones de vidas. Si las vacunas tuvieran dosis dañinas de sustancias químicas, no las apoyaríamos, las organizaciones de salud pública no permitirían su uso y los médicos no las recomendarían.
4. Las vacunas no causan autismo, infertilidad o esterilidad. Éste es uno de los mitos que más se repiten y que ha llevado a que se transmitan enfermedades que fácilmente podían prevenirse. Múltiples estudios científicos han desmentido estas afirmaciones. Ningún estudio médico demuestra que la inmunización sea la causa de estas enfermedades.
5. Es preferible vacunar a los niños cuando aún son pequeños, no de mayores. Los niños son vacunados a una corta edad porque es cuando son más vulnerables a algunas enfermedades y así están protegidos lo antes posible. Hacerlo de mayores es peligroso e irresponsable.
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