Muchos de estos embarazos son resultado de violaciones
La tasa mundial de embarazo precoz se estima en 46 nacimientos por cada mil niñas mientras que en la región la cifra es de 66,5 por cada mil menores de entre 15 y 19 años.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó mediante un comunicado que América Latina y el Caribe es aún la segunda región del mundo con mayor cantidad de embarazos adolescentes.
Existe una preocupante tendencia ascendente en los embarazos de las niñas de 14 años o menos.
“Es una expresión de falta de protección de los adolescentes jóvenes.
Muchos de estos embarazos son resultado de violaciones y por eso tenemos una preocupación en términos de justicia social.
También tenemos una preocupación en relación con la sobrevivencia, ya que la tasa de mortalidad materna es más grande en las adolescentes menores de 16 años”, dice Sonja Caffe, asesora regional en salud adolescente de la OPS.
La mortalidad materna es una de las principales causas de muerte en las Américas: en 2014 fallecieron cerca de 1900 adolescentes y jóvenes como resultado de problemas de salud durante el embarazo, el parto y el posparto.
El informe destaca además, que en algunos países las menores sin educación o solo con educación primaria tienen cuatro veces más posibilidades de quedar embarazadas tempranamente.
Las niñas y adolescentes indígenas o de comunidades rurales o pobres, se ven afectadas de forma desproporcionada por el embarazo precoz.
“Necesitamos entender cuáles son las dimensiones quizás culturales o de la realidad de los grupos étnicos que generan esta vulnerabilidad del embarazo temprano.
Necesitamos entender la situación para desarrollar una solución que tenga que ver con respeto, porque debemos respetar la cultura, pero también una solución que proteja a las adolescentes que no quieren ser madres, para evitar o posponer el abrazo”, agrega Caffe.
La mayoría de los países con mayor incidencia de embarazos adolescentes en América Latina están en América Central, encabezados por Guatemala, Nicaragua y Panamá.
En el Caribe, República Dominicana y Guyana y en América del Sur, Bolivia y Venezuela tienen las tasas más altas.
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